Canción de hielo y fuego III - Tormenta de Espadas

Tercer volumen de la saga Canción de Hielo y Fuego. En ellos se mezcla la realidad con la fantasía de una manera perfecta. No encontraremos el relato típico de brujería y espada. Aquí tendremos política de altos vuelos, traiciones, muchas historias entrelazadas, algo de magia, y mucha mucha aventura.

Martin procede a relatarnos todos los sucesos desde la perspectiva de un personaje en cada capítulo. Esta es la gran baza del autor, que nos sumerge en los pensamientos y en las peripecias de cada personaje, ya sea "villano" o "héroe". Esto último es falso en cierta manera, puesto que nadie es perfecto en Canción de Hielo y Fuego. No encontraremos el bien y el mal absolutos. Cierto es que cogeremos cariño muy pronto a los Stark, pero con el avance de la acción, nuestra simpatía cambiará muy a menudo a otros bandos o personajes, que en un principio no gustaban. Esta es la mayor virtud del escritor, dotar al mundo de una vida sin igual. La manera de pasar de capítulos también es de destacar, puesto que muchas veces procederá a colocar al protagonista del capítulo en una situación de máximo interés, para cortar de repente, y resolver la situación desde la perspectiva de otro personaje más adelante. Esto provoca algo muy simple y divertido: no te puedes desenganchar del libro!!

En estos libros, porque está dividido en dos partes el tercer volumen, dado el grosor del mismo, tenemos la continuación de lo sucedido en los anteriores, así que desde ahora mismo recuerdo a posibles lectores que deben coger los dos primeros si quieren enterarse de algo.

Los siete reinos están sumidos en el caos, mientras la joven Daenerys sigue su travesía por conseguir volver a los reinos con un ejercito. Los Stark siguen recibiendo de todos lados. En medio del caos, Arya intentará volver a casa, otros buscarán alianzas desesperadas, y las espadas se teñirán de rojo. Es imposible explicar más sin fastidiar la trama de las historias, solo decir que una vez que entras no podrás salir de ellos...con vida!